Opinión | Noemí Berenice Luna Ayala, diputada federal
Como mujer en la política puedo asegurar que en el mundo existen inequidades de género, que no nos permiten a las mujeres participar en igualdad de condiciones y oportunidades en el ámbito político-electoral, a fin de facilitar nuestro acceso a los puestos de decisión y de representatividad.
En base a mi experiencia personal y consciente de esta grave problemática que nos pone a las mujeres en desventaja frente a los hombres, decidí llevar hasta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) mi propuesta para que la igualdad de género y el fomento de la mujer en los espacios de decisión parlamentarios sea un estándar transversal en la integridad política.
En mi calidad de Legisladora Federal y Vicepresidenta de la Cámara de Diputados de México fui invitada a la Reunión de la Red Parlamentaria Global de la OCDE, efectuada conjuntamente con la Asamblea Parlamentaria de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y en colaboración con la Women Political Leaders (WPL, por sus siglas en inglés), que a principios de abril tuvo lugar en París.
Ante representantes parlamentarios de los 38 Estados miembros de la OCDE, fui la voz de las mexicanas para solicitar el apoyo global a las mujeres y convocar a la unión de los esfuerzos internacionales para lograr que dentro de las instituciones se entienda la integridad política sensible al género como una estrategia para combatir la corrupción. De conseguirlo, alcanzaremos la promesa democrática.
Al participar en la Sesión 1 del encuentro, con temática “Establecimiento y promoción de estándares de integridad política para funcionarios electos”, recomendé elaborar una investigación sobre la integridad política de los parlamentos e instituciones públicas para analizar la variable de igualdad de género y el posicionamiento de las mujeres en la toma de decisiones.
Además, pedí conformar una metodología para el estándar transversal de la igualdad de género y elaborar un reglamento y manual de procedimientos modelo para su aplicación en los parlamentos miembros de la OCDE.
El foro representó una oportunidad para ser escuchada, pues la OCDE cuenta con una larga historia en la promoción de códigos, sanciones y procedimientos, a fin de erradicar la corrupción y acompañar a la integridad política, dando a este tema una perspectiva de género para posicionar a las mujeres en los espacios de decisión.
Lo anterior, implica la adhesión a valores éticos comunes, destinados a proteger, mantener y priorizar el interés público sobre el privado. En este sentido, la integridad política es un valor esencial para promover el bien público y garantizar la legitimidad de los parlamentos. Diríamos que “es la medicina para acabar con la corrupción”.
Se ha comprobado que incluir en la función pública a las mujeres es la alternativa para disminuir los actos de corrupción, de aquí la necesidad de que la igualdad entre mujeres y hombres sea una política transversal y el pilar número uno para la integridad política.