- El joven zacatecano es beneficiario del PECDAZ 2019-2020 y su trabajo aborda la migración
Redacción
Zacatecas, Zac.- Hace algunos años, Miguel Martínez Domínguez, de forma autodidacta, comenzó a trabajar en el diseño sonoro y sus posibilidades, la edición, el sonido y el documental, lo que le valió ser beneficiario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Zacatecas (PECDAZ), edición 2019-2020.
El proyecto de Miguel es un documental sonoro, seleccionado en la disciplina de Producciones audiovisuales, del programa que opera el Instituto Zacatecano de Cultura (IZC) Ramón López Velarde, y trata del viaje de un niño, contado ahora que es adulto.
La historia plasma todos los recuerdos de infancia de ese niño que, a los 10 años, fue en busca de su padre, solo, con sus propios medios, hacia los Estados Unidos, en un viaje que emprende en su bicicleta.
El documental tiene como soporte varios recursos sonoros. Miguel trabajó con sonido de posproducción para cosas audiovisuales, pero sentía que tenía más posibilidades de exploración, y así unió lo sonoro y lo técnico con la parte real.
Su proceso creativo le hizo salir del estudio, escuchar a alguien más, conocer su historia y otras historias; en su proyecto hay testimonios y la amalgama de esa parte técnica con la realidad, que al conjugarla derivó en una historia, un momento, un personaje y toda una aventura, una vivencia real, explica.
La idea fue contar una historia y crear un personaje, convertirlo en un momento, en un personaje colectivo que podemos ser todos o uno, y contar toda una aventura, o una vivencia, dejar un testimonio, añade.
«Es como ese conjunto de contar con recursos narrativos, para acompañarlo de algo real, para enaltecerlo, darle toda esa carga emocional que necesita. Entonces, de ahí surgió Yo, José, porque quién no ha experimentado esto o quién no tiene familiares migrantes en ese estado, en este contexto», dice.
Pero, incluso quien no ha experimentado la migración incluye a cualquier escucha en la estructura narrativa, trata de abrir ese discurso de quién sí lo hizo; es, entonces, una historia muy particular, que en cualquier momento se puede generalizar.
Los recursos sonoros utilizados en el documental son básicamente el paisaje sonoro, la música, el sonido y la narración como tal, siempre tratando de irse a la parte más real de la historia en ambientes similares o recreados.
En algunos fragmentos recurre al lugar donde ocurrieron los hechos, es ir a grabar y recrear la escena, explica Miguel al tiempo que percibe que es en estos momentos en los que se obtiene mucho material de diferentes tipos como: paisaje sonoro o un ambiente exterior o interior.
La música del documental fue compuesta especialmente para una escena, con efectos de sonidos digitales, otros ampliados, grabados, tratando de utilizar todo lo que se pueda para narrar la historia. «El recrear las escenas es lo más disfrutable y vivencial», detalló Miguel.
Respecto a los recursos y acervos sonoros existentes en Zacatecas y algunas partes del país, Miguel los considera de suma valía para la vida y la identidad, porque aportan mucho para la identidad de los espacios, lugares y personas.
Gran parte de su trabajo se centra en incidir en el patrimonio sonoro, saber, por ejemplo, cómo sonaba una ciudad hace 20 o 30 años y cómo va a sonar en 10; es el equivalente a tener algún tipo de biblioteca, videoteca.
«Eso contribuye y da identidad, ya que fortalece la interacción de la comunidad, como una forma de recordar y no olvidar, que te hace valorar para preservar. En el país no es algo que este tan desarrollado, ni consciente, pero sí es necesario», agregó finalmente.