- Se formó como docente en la Escuela Normal Rural, Matías Ramos Santos, de San Marcos, donde lleva más de 30 años impartiendo la materia de historia
- Durante 15 años, brindó sus servicios docentes en la Escuela Normal Experimental “Salvador Varela Reséndiz” de Juchipila y cinco más, fue maestro de primaria
Redacción | Zacatecas
Corría el año de 1968 cuando el maestro Ricardo López Morales llegó como estudiante a la Escuela Normal Rural “Matías Ramos Santos” de San Marcos, Loreto, Zacatecas.
Venía de Aguascalientes, donde nació, pero al pertenecer a una familia humilde le tocó buscar una oportunidad fuera de su estado, hecho con el que está más que agradecido con la vida.
“A Aguascalientes le debo la vida, pero la cultura se la debo a Zacatecas”, dice con voz sincera el muy querido entre los normalistas, profesor Ricardo López.
Difícilmente comparte algún aspecto de su vida, es humilde, modesto, no le gusta hablar de sí mismo, está convencido de que “el título de maestro no lo da la escuela, sino el alumno”.
Advierte que “la grandeza de un maestro no está en lo que sabe, sino en su sencillez”.
El maestro Ricardo imparte la materia de Historia desde 1971, año en el que egresó de la escuela que tanto quiere y admira, la normal de San Marcos, como es más conocida.
Por cinco años, Ricardo fue maestro en una escuela primaria; en la normal de San Marcos lleva más de 30 años dando clases; y por un período de 15 años, impartió cátedra en la Escuela Normal Experimental “Salvador Varela Reséndiz” del municipio de Juchipila, Zacatecas.
Son más de 50 años de servicio docente, y en su mente no está jubilarse. Hace alusión a la frase de uno de sus personajes favoritos de la historia, Hipócrates: “en el trabajo está la salud”.
Su formación docente está cimentada en el normalismo rural, mismo que inició José Vasconcelos, señala.
“La educación que nos daban en ese entonces era socialista, villista y zapatista, de personajes magonistas que conformaron la filosofía de la revolución”.
“Cuando yo egresé de aquí, en el 71, traía una formación histórica y social. Todos estábamos convencidos de que sí era posible una sociedad sin clases”.
Esta formación en la normal de San Marcos ha sido gracias al maestro José Santos Valdés, precursor del normalismo rural, quien fue director de esta institución de 1948 a 1955, tiempo en el que convirtió a esta institución en la mejor normal del país, un modelo a seguir también en la escuela urbana.
“La grandeza que siempre distinguió a la normal de San Marcos fue el amor al trabajo, el amor a la comunidad y el amor a los pobres”.
Relata que los profesores llevaban una encomienda: “que el maestro tenía que ser el líder de la comunidad, pues una comunidad sin escuela no puede existir y una escuela sin comunidad tampoco”.
En el proceso de formación de los maestros se inculcaban una serie de características como el saber científico y cultural; la capacidad pedagógica; el amor a los niños; el amor a la libertad; la pasión por la democracia y la pasión por la grandeza y progreso de la patria”.
Orgulloso de su educación y de seguir formando jóvenes estudiantes, el maestro Ricardo puntualizó que “el verdadero maestro debe tener espíritu de servicio, capaces de cuestionarlo todo, conscientes del pensamiento que se va a transmitir a los niños y a la comunidad para que se desarrolle”.