“VIEJO” DE JOAQUÍN TRUJILLO, EN EL MUSEO GOITIA HASTA AGOSTO

  • La exposición del artista jerezano fue inaugurada en el marco del Festival Cultural de Zacatecas 2023.

Texto y Fotografìa: Marcelino Marcial Carrillo

El Museo Francisco Goitia, alberga de manera temporal la exposición “Viejo”, del artista de raíces jerezanas Joaquín Trujillo, en la que evoca los recuerdos de su infancia al contemplar el papel del viejo de la danza en estos bailes tradicionales que son grandes manifestaciones de fé.

El papel de este emblemático personaje protagonista de su obra, le hace cuestionarse de manera confusa entre sueños y realidades “de dónde viene y por qué tiene ese aroma a infancia y destierro”, lo que nos remonta a la biografía del artista quien desde muy temprada edad dejó la comunidad de Ermita de Guadalupe para irse a vivir con sus hermanos en Los Ángeles, en condiciones no muy favorables.

“Con esta tradición Trujillo asume su propia personalidad del » Viejo», misma que al apreciar a Francisco Goitia a través de su obra Danza indígena ve proyectada, provocando una catarsis para ver nacer el presente proyecto expositivo”, relata uno de los textos que componen la exposición.

Y continúa: “De niño no podía creer lo que veía, «El Viejo levitaba, poseía poderes superiores!» Ahora que lo he vivido, El Viejo es algo así como el chivo expiatorio en esa procesion de danzas tradicionales que busca purgar las penas de los creyentes”.

El artista describe como en su niñez el sonido de los cascabeles lo transportaba, embelesado y temeroso por el tansitar entre los danzantes, y ello lo lleva a una mirada interior para descubrir que en sus palabras esta el mundo y le recuerda lo duro que es crecer en la ruralidad en la que -expone- “se cultiva el machismo a ultranza, que relega lo que considera diferente”.

Y así reflexiona sobre lo prohibido que es hablar y sentir en ese ambiente “le han enclaustrado el cuerpo y sus deseos, lo han transterrado y en el exilio se encuentra esa lejanía que reafirma su esencia”, sigue hablando sobre su infancia.

“Viejo”, que fue inuagurada en el marco de las actividades del Festival Cultural Zacatecas 2023, se exhibe en la sala de exposiciones temporales del Museo Goitia y permanecerá hasta el mes de agosto del 2023.

CONOCE MÁS DEL ARTISTA Y LA EXPOSICIÓN

Texto: Museo Francisco Goitia

Joaquín Trujillo, 1976. Los Ángeles CA.

El artista, el curador y editor, y el más joven de once hermanos, Joaquín Trujillo, fue criado en una pequeña comunidad llamada Ermita de Guadalupe en el municipio de Jerez, Zacatecas, México. Su determinación en el arte se manifestó a la temprana edad de 12 años, cuando dejó su hogar para mudarse a Los Ángeles, California. Allí, vivió con sus hermanos, en condiciones poco favorables, compartían un departamento de un sólo dormitorio.

Joaquín recuerda su primer viaje de regreso a casa, después de meses de vivir en Los Ángeles. Montado en la parte trasera de una camioneta, recorría los caminos de tierra rumbo al rancho de sus padres. El paisaje estaba cubierto por una nube de polvo que levantaban las llantas del vehículo… Cuando se acercaba al zaguan de su casa, el polvo se disipaba y aparecía el rostro de su padre. ¡Había envejecido!

El constante ir y venir, de Los Ángeles a México, fue trazando el camino de la vida de Joaquín. Era una extraña forma de estabilidad nómada, con una maleta todavía cerrada. Brooklyn se convirtió en su hogar, sin embargo, su práctica profesional y artística, continua llevándolo por todo el mundo. Estas constantes interrupciones de tiempo y de espacio en su vida, son influencias e hilvanes en los tejidos de su trabajo. Mientras que, muchos artistas se colocan detrás del lente para capturar un momento presente, Joaquín. usa la camara para reconstruir el pasado, para rellenar huecos en la memoria.

Él transfiere una visión amplia y una forma establecida de trabajo, y lo fusiona con su toque fresco de visión y técnica. Su potente, pero sutil aproximación al color y a la textura, emula en un deslizamiento estructurado de herencia familiar y cultural, esto, edificado en la dicotomía de su herencia mexicana y en su educación estadounidense. Aquí, todo se entrelaza para tormar una variante misteriosa de la inocencia a través de la cultura, de los lugares y del tiempo.

La trayectoria que lo compone es amplia, podemos comenzar con su participación editorial en medios como New York Times, LA Times Magazine, Travel + Leisure, T Magazine, The New Yorker, Good Maginc, Big Magazine, Elle, Vogue y entre otras colaboraciones con marcas internacionales como: Nike, Motorola, Cerveza Mexicali, Samsonite / American Tourister, donde introdujo su participación a la moda agregando su propio concepto para las campañas e imagen de la marca. Así mismo su trabajo se ha exhibido en galerías como: Rose Gallery, De Soto Gallery en Los Ángeles, Steven Kasher y Chritopher Henry en Nueva York, en Londres con New Art Projects, en México con AP Galería, Zacatecas. Así también mencionando las ferias de arte París Photo Paris, Art Basal Miami, The Armoery NYC, FRIEZE Los Ángeles y por supuesto en México con Zona Maco. Ha formado parte de exhibiciones y colaboraciones curatoriales con instituciones como 92Y YMCA. MARFA Texas, BAXTER ST Camera Club on New York en conjunto de SOMA MEXICO, XIII BIENAL FEMSA, y La Policlínica exhibición LABCUR MX en Zacatecas. Además, es parte de destacadas colecciones, como la colección permanente del museo de arte moderno de San Francisco SFMoMA CA, Frederick R. Weis-man Museum, The Amon Carter Museum of American Art, Fort Worth, Texas, Made in California LACMA, por mencionar algunos.

Joaquín Trujillo es un artista importante en la escena del arte contemporáneo que marca el historial zacatecano con su desenvolvimiento sagaz en el panorama artístico cohabitando internacionalmente lo que trasciende de su trabajo y que nos conmueve a todos.

Texto: Museo Francisco Goitia

Joaquin Trujillo “Si, I´m El Viejo”

Joaquín Trujillo utiliza su patrimonio personal en el «Viejo” para promover la investigación para todos, observar, identificar y promover el coraje y la seguridad personal, compartir y expresar lo que nos identifica.

El uso de metáforas culturales similares para construir puentes con simbolismos que hablen através de los océanos y cielos que nos unen.

Con esta tradición Trujillo asume su propia personalidad del » Viejo», misma que al apreciar a Francisco Goitia a través de su obra Danza indígena ve proyectada, provocando una catarsis para ver nacer el presente proyecto expositivo.

De niño no podía creer lo que veía, «El Viejo levitaba, poseía poderes superiores!» Ahora que lo he vivido, El Viejo es algo así como el chivo expiatorio en esa procesion de danzas tradicionales que busca purgar las penas de los creyentes, El Viejo abre el paso seguro para que los danzantes, los peregrinos y otros participantes puedan llegar a los templos. Su apariencia es ridicula, aterradora y extremadamente ruidosa.

El traje del Viejo se fabrica con artículos caseros, ropa vieja y harapos inservibles. Algunos de los trajes estan adornados con cascabeles, espejos y campanitas. Al Viejo se le suele ver cargando latigos y muñequitos de tela, fetiches que sirven como un recordatorio del control y el orden que posee, y de lo que puede pasar si se cruzan en su camino.

Los sombreros gastados y las máscaras de madera son elementos basicos del vestuario. Las mascaras estan talladas con rasgos de hombres malos, representados en la cultura popular como un reflejo de los propios pecados. Su actuación en la procesion va desde parodias de exorcismos de espíritus malignos combinados con miradas aterradoras y sonidos fuertes y desagradables, todo esto para despejar el camino de los creyentes vulnerables. Esta actuación cómica, por lo general bien ensayada, produce un alivio muy necesario para los devotos.

Con esta tradición asumo mi propia personalidad del Viejo. Estoy dando pasos seguros para que mi procesion por la vida se haga realidad, para que en algún momento, yo tambien pueda salir y eiercer mis poderes especiales.

Eché un vistazo a través de los ojos de madera de la máscara del viejo y ahora estoy levitando y diciendo “¡Sí, yo soy El Viejo”.

Viejo de la danza/ pícate la panza / sácate el menudo / y trágatelo crudo. (Canto infantil)

Texto: Museo Francisco Goitia

Escuchas el sonido de una tambora, que fluye por las calles del pueblo, las recorre de norte a sur, de oriente a poniente, su eco se entreteje con la melodía de un violín. ¿De dónde viene? ¿Que páramos atraveso? ¿Por qué tiene ese aroma a infancia y destierro? Te preguntas si es real o solo es un sueño, una iluminación, un presagio. El sonido de los cascabeles te transporta, eres el niño que mira embelesado y un tanto temeroso la coreografía del viejo de la danza, su transitar entre los danzantes, su ir y venir. Ese niño mira a su interior abre la boca y en sus palabras está el mundo, la dureza de crecer en un área rural de un país que cultiva el machismo a ultranza, que relega lo que considera diferente, a él se le ha prohibido decir lo que siente, le piden cerrar la boca y los ojos, le han enclaustrado el cuerpo y sus deseos, lo han transterrado y en el exilio se encuentra esa lejanía que reafirma su esencia. Ahí esta el niño nuevamente preparando su vestuario para danzar para transformarse, sabe que es duro crecer y en cada evolución rinde tributo, paga el precio de la madurez. Cada paso es una pasión, escucha entrelazado con los sones de la tambora y el violín, coro de otros niños: viejo de la danza/ viejo de la danza/ pícate la panza/ sacate el menudo/ y cometelo crudo, crudo. Y el devora sus entrañas, las denostaciones y las palabras: mariquita, joto, puto, raro, mano caída, cacha granizo, lilo y son espinas de cardenche, que se clavan en su alma y los vomita como estrellas, constelaciones y sabe que crecer será duro y sabe que tiene que danzar porque él es quien mengua los dolores, que lava las heridas, quien arregla los huaraches, que marca el ritmo, que su presencia complementa el clamor y obra el milagro de la vida. Ahora eres ese hombre sensible, dócil y fuerte, ahora hablas con una voz sosegada, y esa voz es también mirada, hora ese hombre fuerte, docil y sensible registra su esencia se asume en sí. Y en sus imágenes y en su danza interior, ese hombre apura un trago largo de mezcal y le deja un resabio a tierra, al terruño, le revela el sabor de la sangre y la muerte y lo apura lento como se apura la vida y en ese trago también está la fiebre infantil y ese antiguo temor a equivocar los pasos, a perder el sendero, al adentrarse al bosque de los anhelos, a que afloren los deseos reprimidos y nuevamente el dolor, el acallar la voz, el negar el cuerpo y otra vez el ritmo de la tambora y el violín abriendo brecha para cernir el pasado, para revelar el presente en cada Imagen, ya sea fija o en movimiento, hay un su-surro seductor, que nos recuerda la conjuración de las tinieblas, nuestro demiurgo tiene un nombre, Joaquín Trujillo, su visión capta lo exterior pero también el interior, un click suyo basta para congelar el fluir del río del tiempo y en ese río esta la esencia de mundo, el atisbo a lo divino.

Recorrer el espacio e ir descubriendo en cada obra un guiño, un juego, una reflexión, la obra provoca al espectador, lo aleja de lo cotidiano, lo incita a reflexionar, todo lo aquí expuesto provoca un juego de espejos que se encuentran y hacen que quien se pone ante una obra se introduzca en ella como si estuviera entre dos espejos, creando una imagen que se repite y donde el espectador queda atrapado dentro de la obra. Se esta ante la interrogante del arte ya no hay nada nuevo bajo el sol del arte, quizá ya toda se ha dicho y hecho. No lo sabemos, lo podemos imaginar, en cada obra hay ecos de la historia del arte. Así que, en cada fotografía, en el video y las instalaciones que forman esta exposición, esta la presencia del artista que convoca al asombro del espectador. Sí, Joaquin posee el don del encantamiento, con tan solo mirar su obra, se impregna el espectador de esa fragancia que alguna vez tuvo el paraíso. Si, él es el viejo de la danza que seduce y repele con la misma intensidad.