¿NUESTROS HIJOS DÓNDE ESTÁN?

Opinión | Noemí Berenice Luna Ayala

Atrás quedaron los días cuando al candidato Andrés Manuel López Obrador lo respaldaba la gente, derivado de sus engañosos discursos y sus propuestas incumplibles. Hoy, al Presidente Andrés Manuel López Obrador el “pueblo bueno y sabio” lo increpa con desesperación, por no recibir la atención y el “cambio” prometidos en campaña.

En su visita a Fresnillo, para poner en marcha al IMSS Bienestar, sobresalieron los gritos desgarradores de auxilio de familiares que exigieron se encontrara a sus seres queridos. Zacatecas registra más de 3 mil personas desaparecidas y no localizadas. Esta cantidad NO es una herencia maldita del pasado, porque la mayoría de los casos se registraron en lo que va de los sexenios de AMLO y David Monreal.

Aún está en mi mente la imagen de una madre de familia, que tiene en sus manos un cartel con la foto de su hijo adolescente. En mis oídos retumba la exclamación de los manifestantes: ¿Dónde están?, ¿Dónde están?, ¿Nuestros hijos dónde están? Y el remate de la exigencia fue desgarrador: ¡Póngase en nuestro lugar! ¡Queremos saber de nuestros hijos!

El equipo presidencial intentó evitar que los familiares de las víctimas se le acercaran, pese a las dos horas de espera. Mientras, con la insensibilidad que lo caracteriza, López Obrador continuó con un discurso hueco, en el que prometió enviar a Zacatecas más elementos de la Guardia Nacional, Ejército y Marina para pacificar el estado. Y la desesperada madre, a la que ya hice referencia, le respondió a la distancia: ¿Cuál paz? Aquí ya no hay paz. Aquí ya no duerme uno.

Efectivamente esa es la realidad de Zacatecas. No son percepción las decenas de asesinatos y desapariciones que a diario se registran. La indolencia para cambiar la fallida estrategia de seguridad de “abrazos no balazos” le ha costado muy caro al estado.

Yo soy madre de familia y entiendo perfectamente la angustia, desesperación y temor expresado por las y los inconformes. También comprendo su incertidumbre al desconocer el destino o condiciones en que se encuentran sus seres queridos. Y siento su frustración por la falta de justicia.

Ante esta difícil situación derivada de la inseguridad, quiero reiterar mi compromiso de llevar hasta la Cámara de Diputados sus demandas y su sentir, para exigir a las autoridades federales, estatales y municipales que, en el ámbito de su competencia, implementen los programas y acciones necesarios para garantizar la integridad y el patrimonio de las personas; así como gestionar la etiquetación de recursos que permitan resolver esta problemática.